El milagro del país con 6 millones de personas

Muchos de nosotros hemos escuchado hablar acerca del milagro de Uruguay, un país con 4 millones de personas que, contra todo pronóstico y gracias a que respira fútbol, saca a algunos de los mejores futbolistas del planeta.

Hoy vengo a contarles de otra Nación milagrosa, que a diferencia de la uruguaya, se encuentra ubicada a 11 mil kilómetros de nuestro continente: el Líbano. Es un país históricamente conflictivo debido a las diferencias religiosas: la mitad de su población es cristiana y la otra parte, musulmana. Los repetidos enfrentamientos entre los pobladores, por sus distintas creencias, causaron una gran migración a principios del Siglo XX. Se estima que alrededor del Planeta Tierra hay casi 20 millones de descendientes del Líbano.

Hoy les vengo a contar del milagro futbolístico de este maravilloso país, del cual vienen mis antepasados. A pesar de ser una nación con una amplia tradición futbolística, el Líbano nunca tuvo grandes resultados. No ha participado en el Mundial y hasta este año, sólo había disputado una edición de la Copa Asiática, la del año 2000, la cual su clasificación curiosamente se dió por ser la sede del torneo.

Pero la pregunta es ¿cuál hazaña?: La clasificación a la Copa Asiática por primera vez en la historia por mérito propio y mantener una racha de 22 partidos seguidos sin perder (sin contar eliminaciones por penales) hasta noviembre del año pasado junto a la selección española.  Debido a esto se les llamó “la generación dorada”, de hecho, generan tanto impacto en el país y en los medios de comunicación a nivel mundial, que el mismísimo Diego Armando Maradona se refirió a Hassan Maatouk, capitán y mejor jugador del líbano, como “único en su generación”. “Este delantero libanés es un futbolista diferente, similar a esos enganches de los 90´s. Si no fuera por su nacionalidad, seguramente estaría jugando en europa”, afirmó Maradona para la prensa árabe. “El Diego” y Hassan coincidieron en el fútbol de Emiratos Árabes cuando el entrenador argentino dirigió a Al-Fusah y a Al-Fujairah.

A  principios de este mes, el Líbano se preparaba para disputar la Copa Asiática tras 19 años de ausencia. El sorteo dispuso que los libaneses se enfrentarían a Corea del Norte, una selección con amplia trayectoria en el fútbol asiático, a Qatar, la anfitriona del próximo Mundial y cuna del ganador al premio del mejor futbolista de Asia en 2018 (Abdelkarim Hassan) y finalmente, con Arabia Saudita, la selección de Juan antonio Pizzi, que venía de disputar el Mundial. El camino comenzaba el 9 de enero ante los qataríes…

Después de un primer tiempo muy sólido por parte de los cedros, con un 3-4-3 de gran trabajo táctico, los mediterráneos lograron ponerse en ventaja tras un centro por derecha ejecutado por Maatouk y que finalizó Joan Oumari, (debo admitir, fue de los goles que más he gritado en mi vida), segundos después este sería invalidado por el juez de línea debido a una “supuesta falta en ataque”, personalmente considero que no existió.

A la altura de los 70 minutos, con el partido 0-0, el juez de nacionalidad china cobró un tiro libre a favor de Qatar.  La falta fue ejecutada por los qataríes, pero esta impactó en la barrera, inmediatamente el árbitro sancionó una “presunta mano de Maatouk”. El nuevo cobro estaba  3 metros más cerca de la portería libanesa. Finalmente el balón acabaría dentro de la red. 1 a 0 para Qatar (fue un golazo). Minutos después debido a la desconcentración tras el primer tanto, llegó el segundo gol de los de la península en una gran jugada colectiva iniciada por Pedro Miguel Correia (sí no se sorprenda, juega para Qatar).

El siguiente enfrentamiento sería contra Arabia Saudita, el gigante del grupo, el mundialista. No hubo mucho por hacer, el Líbano cayó derrotado 2-0 tras haber pateado al arco rival una sola vez. Tras la caída en el segundo partido, los libaneses tendrían que ganarle a Corea por mínimo 3 goles y esperar a que el Fair Play estuviera a su favor.

Llegó el último encuentro, el Líbano empezó perdiendo 1-0, toda la esperanza se derrumbaba. Los jugadores se iban al vestuario en el medio tiempo con caras largas, incluso algunos referentes del plantel como Nader Maitar, salían llorando.  No se sabe que pasó en el camerino, pero seguramente las palabras del técnico montenegrino Miodrag Radulović tuvieron algo que ver. En el segundo tiempo los cedros salieron como una aplanadora, anotaron 3 goles en los primeros 15 minutos. Los 10 mil hinchas que viajaron desde el Líbano no lo podían creer, prendieron las bengalas, tocaron más duro que nunca los tambores y el equipo lo sintió. A pesar de ir ganando, no les alcanzaba, faltaba un gol si querían avanzar.

La desesperación coreana se vio representada “quemando tiempo”, esto, sumado a la gran cantidad de lesiones que se produjeron durante el partido contribuyeron a que sucediera algo insólito: el 4to árbitro levantó la paleta y añadió 9 minutos.  Faltando 120 segundos para el final, en una carrera épica, bastante parecida a la del Pity contra Boca, Hilal El-Helwe agarró el balón, corrió 40 metros, eludió al arquero y la mandó al fondo de la red. Sucedió el milagro, el Líbano estaba en octavos, lloro, se me quiebra la voz, no podía creerlo. ¡Pero que golazo te mandaste Helwe! Lastimosamente el sueño solo duró un minuto, luego Corea sacaría del medio y en la desesperación por mantener el resultado, el extremo Mohamed Haidar derribó a un rival y fue amonestado. Tras toda la euforia el estadio quedó silenciado. Los comentaristas anunciaron que debido a esa amarilla, los libaneses quedaban eliminados por Fair Play (4to item de desempate).

FInalmente todo terminó, la aventura del país con 6 millones de personas en tierras emiratíes había acabado. Finalizó el partido y varios jugadores entre lágrimas se dirigieron a la tribuna para agradecer a los casi 10 mil hinchas que habían viajado 2500 km para apoyarlos. Con este acto se dieron cuenta de lo mucho que habían logrado: unieron a un país que llevaba más de 100 años en guerra , juntaron a ortodoxos, cristianos, Chiitas y Sunitas en una misma tribuna. Además de esto,  ilusionar a toda una nación y a sus 20 millones de hijos adoptivos regados por el mundo, algo que ningún otro deporte había logrado. Y este fue el verdadero milagro, esto es lo que nos ofrece el fútbol: unirnos sin importar las diferencias.

En Honor a los cedros,  a tí, Líbano querido: gracias por emocionarnos y hacernos soñar más fuerte… volveremos mejor que nunca para 2022  #YahallaLebnen

Por: Emilio Andrade Mahtouk (@Eam1997emilio)y David Martínez E. (@davidmartinezec)

 

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